martes, 28 de junio de 2011

Incompleto

¿Nunca os ha pasado que hay palabras que no encontramos en el diccionario? Es el caso de "incompletud" o "incomplitud". El concepto que define a la flor que le faltan algunos pétalos; que define a la luna cuando no la vemos llena, que define a las almas que - sin ser del todo conscientes del porqué - se encuentran intranquilas al anochecer. Almas que estremecen los cuerpos que habitan y no les permiten conciliar el sueño.

Lo sorprendente de este fenómeno es que sucede sin darnos nunca cuenta... Simplemente un día nos levantamos, et voilà!: la flor perdió parte de su vestimenta, la luna escondió parte de su cuerpo y nosotros, sin más, estamos incompletos. No habíamos reparado en ello pero lo cierto es que desde hace mucho dejamos atrás algo. Sí, sí... nos cuesta reconocerlo, pero dejamos atrás a alguien. Dejamos hace miles de kilómetros, hace ya casi una década; a la mujer, entonces niña, que tanto nos dio y que tan poco nos pedía.

Los amores de la infancia son los más románticos, los más puros, y es por ello que nunca los olvidamos. El primer roce de manos, los primeros mordizcos en el hombro, las primeras risas cómplice. Fui el primero en plantar la bandera en sus labios, y aunque entonces mis ojos miraban hacia otro lado, aquel beso hoy cotiza por las nubes, pues es el único del que podemos intentar recordar el sabor el uno del otro.

¿Cómo es posible que en ocasiones, aun estando en extremos opuestos del planeta, pareciera que aquella niña, ahora mujer, estuviera más cerca mío que muchos maniquíes que me rodean al pasear por calles europeas? ¿Cómo no nos hemos olvidado el uno del otro, como todos? ¿Cómo podré conciliar el sueño con esta incomplitud de la que ahora soy un testigo más?

lunes, 27 de junio de 2011

No lo sabes

Tendemos a pensar que nadie nos observa, que pasamos desapercibidos entre el resto de los mortales. Que nadie nos observa al beber esa fría cerveza, desde la misma botella; cómo disponemos los labios y cómo en ocasiones cerramos levemente la mirada. Que nadie nota cómo levantamos aristócratamente nuestro dedo al beber el té, o el café, incluso a veces simplemente leche con miel. Que nadie nota lo torpes que somos al bajar las escaleras, o al subirlas. Que nadie se da cuenta de lo despistados que vamos hacia casa por las noches, a veces hablando solo mentalmente, ¿o no? tal vez en alguna ocasión incluso gesticulando.

Lo cierto es que nos observan, lo sé porque yo mismo soy parte de ese gremio de personas que reparan en detalles como la persistencia que en ocasiones se necesita para capturar una patata del plato que se resiste a ser devorada, para que justo antes de llegar a la boca nuestro tubérculo pierda el equilibrio y se precipite de nuevo a lo que ya se convierte en un verdadero campo de batalla. Esta mañana un hombre dos mesas alejado de mí en el bar mantenía este tipo de lucha.

Así, con el disimulo del experto en observar sin ser observado; sin que ella lo note, la analizo detrás del vaso que ahora cubre parte de su cara. Sus uñas son perfectas y no necesitan ningún artificio para serlo. Ahí, a través del cristal, la veo desfigurada. No, tampoco sirve... No es suficiente porque en cuanto posa el vaso de nuevo sobre la mesa vuelvo a ser consciente de la belleza de su rostro. Mientras tanto reímos sin parar, a veces sin saber por qué.

domingo, 5 de junio de 2011

Abrirse y Cerrarse


No pude hacer otra cosa. Los sollozos eran suficientemente fuertes como para llamar la atención de todo el vagón de tren. Normalmente en mis trayectos hacia el trabajo disfruto de la lectura, Murakami tocaba esos días. Aquel en concreto no pude hacerlo: coloqué el separador en la página 225 y cerré el libro. Me levanté. Me desplacé despacio hasta situarme a su lado. La vi.

Me contó su historia mientras se secaba las últimas lágrimas:
"Enamorarse es como salir a la calle sin abrigo" me dijo cuando instintivamente me sorprendí abrazándola.
"Igual que las flores al amanecer, solo que ellas se abren al mundo, y nosotros nos abrimos a las personas. ¿Pero qué hacemos cuando, simplemente, desaparece esa persona a la que estamos queriendo tanto? Un día está aquí y al otro ya no. Sin manera de comunicarme con él, lloro cada noche antes de dormir. Es mi ritual desde ese día."
"Estuve mucho tiempo esperándole, con las ventanas y las puertas abiertas. Pero hoy he decidido ponerme esta bufanda, cerrar las ventanas y destruir el sol".

Abrirse y cerrarse. El binomio que lo cambia todo. La abracé más fuerte, mi parada llegó pero no me bajé.